9 de febrero: El santo Hermano Miguel, un ultramontano

Santo Hermano Miguel Febres-Cordero
Santo Hermano Miguel Febres-Cordero

Motivo de sano orgullo para el pueblo ecuatoriano es contar con tres santos canonizados que son reflejo de las glorias que a la Iglesia ha dado nuestro país. Uno de esos santos, de enormes proporciones morales, es el santo Hermano Miguel, cuya fiesta recuerda la Iglesia Universal el día de hoy, 9 de febrero, como patrono de los catequistas. 

Las virtudes heroicas que nuestro Santo Hermano Miguel reflejó en vida hacen difícil resumir su obra en tan pocas líneas. No es extraño, por tanto, que dentro de la devoción nacional que se le tributa se tome en cuenta sobre todo su fervor religioso y la piedad con la cual consagró su vida a la educación de los más jóvenes en las escuelas cristianas. Sin embargo, nuestro santo lució también durante su vida un catolicismo serio y militante que se reflejó luminosamente en cada una de las esferas de su vida, y que completan la figura de quien supo ser santo llevando hasta el heroísmo las virtudes más necesarias para su época

 

Los años en que vivió el santo Hermano Miguel (de 1854 a 1910) la sociedad y la Iglesia estaban marcadas por la lucha entre dos posiciones contrarias y bien definidas: el liberalismo recalcitrante que buscaba imponer la laicidad anti-cristiana como una norma general en los estados; y, por otro lado, una reacción de Catolicismo serio, ufano y militante, que a la época fue llamado “ultramontano”, en referencia a los ejércitos que venían desde Francia (más allá de los montes de Italia) para defender la vida y los derechos del Sumo Pontífice, el beato Pío IX, en medio de toda la tormenta liberal que pretendía socavar a la Iglesia.

 

Esta batalla la libró también el Santo Hermano Miguel en Ecuador

 

Primero, fue parte del surgimiento en el país de un movimiento que, por sus principios y su ferviente fidelidad al Romano Pontífice, podía ser considerado ultramontano sin lugar a dudas. Tal fue el movimiento que en Ecuador encabezó el presidente Gabriel García Moreno, quien representó toda una línea de acción a nivel latinoamericano y (por qué no decirlo) mundial, contra los ultrajes y excesos que los liberales italianos emprendían contra el papa. 

Gabriel García Moreno, presidente del Ecuador
Gabriel García Moreno, presidente del Ecuador

Grato es recordar la gran admiración que el Hermano Miguel le profesaba al presidente García Moreno. Y no era para menos. Fue él quien, en su primera presidencia en 1869, envió una carta de su puño y letra al Superior General de los Hermanos Cristianos solicitando más educadores para el país y dándole todas las facilidades para que reforzaran su presencia en Quito e iniciaran sus fundaciones en Guayaquil (1870), Guaranda (1874), Loja y Jipijapa (1871).

 

Pero, así como vio y formó parte surgimiento ultramontado en Ecuador, el Santo Hermano Miguel tuvo también que sufrir los excesos del liberalismo anti-cristiano cuando llegó a Ecuador liderado por Eloy Alfaro. Fue de hecho la orden de los Hermanos Cristianos la que tuvo que soportar mayores ataques del régimen liberal. Conocido es que cuando triunfó la revolución liberal en 1895, el gobierno alfarista retiró toda la ayuda que el estado prestaba a las escuelas cristianas, forzando al cierre de la mayor parte, entre las cuales se encontraba la del Cebollar, donde el Hermano Miguel educó a cientos de niños. 

 

Poco conocida es la faceta profundamente anti-liberal del Santo Hermano Miguel, pero que completan la imagen de un santo ejemplar para nuestro país:

 

En la época en que se mostraban particularmente candentes en el Ecuador las discusiones sobre el liberalismo —menciona una de sus primera biografías— indignábase el Hermano Miguel, durante los recreos, contra los secuaces de aquel error, al que llamaba con Pío IX: ‘la más mortífera de las pestes’. Cuantas veces y de cuántas maneras le hemos oído repetir: ‘El error no tiene derecho a la difusión ni al amparo. Podemos tolerarlo para evitar algún mal mayor, pero nunca jamás concederle idéntico derecho de propaganda que a la verdad. Cuándo dicen los liberales a la Iglesia: Creemos en vuestros dogmas, pero dejadnos guiar la sociedad sin vuestra dirección, prepárense su propio castigo, por cuanto Dios no tarda en abandonarlos; caminan sin Él y, como ciegos, van a parar al abismo”.

 

Y, como todo un ultramontano, nuestro santo supo llevar esas palabras a las obras y santificarse en la práctica heroica y constante de aquel catolicismo anti-liberal al que había consagrado su vida. 

 

En este día, pidámosle al Santo Hermano Miguel que del cielo nos alcance la gracia, para todo el Ecuador, de ser coherentes con el ferviente catolicismo que ha marcado nuestro país, y que nos exige en conciencia una defensa profunda de nuestra fe ante todas las iniciativas anti-cristianas (como el aborto o la imposición de la ideología de género) que el día de hoy amenazan al Ecuador.


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