En Ibarra se refleja la situación del Ecuador

Hugo Chávez luciendo en su pecho la imagen del asesino marxista Ernesto "Che" Guevara
San Miguel de Ibarra. Tomado de http://www.dronestagr.am/san-miguel-arcangel-ibarra-ecuador-3/

Este fin de semana un crimen horroroso sacudió los más íntimos hilos de cada uno de los ecuatorianos. Los detalles son de dominio público, una mujer embarazada es vilmente asesinada frente a los ojos de la policía y de decenas de espectadores.

La crudeza del hecho acentúa en cualquier ciudadano de bien la clara sensación de que la sociedad va cayendo cada vez más hondo en un pozo en el cual estos tipos de crímenes, o bien van dejando de ser raros, o bien van mostrando un nivel de maldad antes inusitado. Tal vez por eso haya servido bien para abrir los ojos a muchas realidades latentes en Ecuador pero que en las nubes de la cotidianidad se van perdiendo, como quien, manejando en una noche brumosa, no se da cuenta de los peligros que le asechan.

 

Una primera realidad que muestra este hecho es la grave crisis moral que vive la sociedad actual. Crisis moral que no ha surgido en Ecuador de la noche a la mañana, sino que es parte, sobre todo, de una debacle de los valores religiosos que tanto han marcado la personalidad de nuestro pueblo. “¿Cómo creer que es posible mantener un respeto sincero y una obediencia escrupulosa hacia las autoridades del Estado, si se sigue violando los mandamientos de Dios, a combatirlos, a intentar exterminar la fe en Dios, el Señor del cielo y de la tierra?”, se preguntaba el famoso Cardenal alemán Clemenz August von Galen, líder de la resistencia católica a Hitler.

 

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Otra realidad, clara para todos, pero de inesperadas consecuencias, es el estado de la fuerza pública en el Ecuador actual, pues la gravedad del hecho muestra un problema mucho más profundo que solamente unos pocos policías que (por la razón que fuere) fallaron en cumplir su deber. No es secreto para nadie el ataque sistemático que en los últimos años han sufrido el ejército nacional y la policía nacional como fuerzas del orden, ni tampoco la promoción casi exclusiva que se ha dado a los derechos humanos de los delincuentes, como si se tratase de algún tipo de élite social.

 

Tales ataques no son coincidencia. “Entre la Revolución y el espíritu militar hay una antipatía ‘temperamental” advertía acertadamente el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira. Basta hablar con cualquier policía para percibir como en los últimos años se ha empujado a todas las fuerzas del orden a pensar de una manera “pacifista”, es decir, a concebir el uso de la fuerza (incluso en ellos, los policías) como la ultimísima opción, solo después de agotar el diálogo, la cordialidad y el mutuo entendimiento, así sea con un delincuente con un arma en la mano. Eso es algo que se vio claramente en la actitud de los policías que enfrentaron el caso.

 

Una última realidad que no se puede dejar de mencionar, es la dura situación de millones de venezolanos que han tenido que huir a causa del Comunismo que asola de su país. Sobra anotar que la estigmatización de todo un pueblo por el hecho de haber entre ellos malhechores (como los hay en todos los pueblos), solo llevaría a perder aún más la calma social a la que todos estamos llamados.

 

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"Los errores de Rusia se esparcirán por el Mundo"
"Los errores de Rusia se esparcirán por el Mundo"

Ya en otras oportunidades hemos comentado que no podemos cerrar los ojos a la primerísima causa de toda la crisis humanitaria que actualmente sufre toda Venezuela y que se ha extendido ya a otros países sudamericanos. “Los errores de Rusia se esparcirán por el mundo”, advirtió maternalmente Nuestra Señora en Fátima, refiriéndose a la revolución Bolchevique se inauguraba en ese país en 1916. Hoy, más de 100 años después, son familias enteras las que huyen de un gobierno fundado sobre el principio de “Patria, Socialismo o Muerte”, tan repetido por el difunto Hugo Chávez.

 

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Pensemos pues qué podemos hacer como católicos para solucionar el problema de fondo, siendo cautos ante quien quiera proponernos como solución a estos crímenes, más crímenes como sucedería con la legalización del aborto, o romper la armonía social con el surgimiento del denominado “feminismo”, que pone a mujeres contra hombres como si se trataran de enemigos.

 

Optemos por la vía cristiana, la de la piedad y el sacrificio por la causa de la Iglesia. Digamos, como decía el Cardenal von Galen ante la injusticia social: “Obviamente, nosotros, cristianos, no haremos una revolución. Continuaremos cumpliendo nuestro deber en obediencia a Dios y por amor a nuestra patria y a nuestros compatriotas. ¡Antes morir que pecar! Que la gracia de Dios, sin la cual nada podemos, nos proporcione ‒a vosotros y a mí‒ esta firmeza inquebrantable y en ella nos mantenga".

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