La verdad es una ayer, hoy y siempre. Hoy se pretende adaptar el Evangelio al mundo. San Pío X refuta esta tentativa:
"Sólo aquel que no se acuerde de las palabras del Apóstol: ‘Los que Él previó, también predestinó a ser conformes a la imagen de su Hijo’ [Rom. 8, 29], sólo aquél -digo- podrá pensar que las virtudes cristianas son acomodadas las unas a un tiempo y las otras a otro.
Cristo es el Maestro y el ejemplo de toda santidad, a cuya norma se ajusten todos cuantos deseen ocupar un lugar entre los bienaventurados.
Ahora bien: a medida que pasan los siglos, Cristo no cambia, sino que es el mismo ‘ayer y hoy, y será el mismo por todos los siglos’ [Hebr. 13, 8].
Por lo tanto, a todos los hombres de todos los tiempos se dirige aquello: ‘Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón’ [Mat. 11, 20]: y en todo momento se nos muestra Cristo ‘hecho obediente hasta la muerte’ [Phil. 2, 8].
También aquellas palabras del Apóstol: ‘Los que son de Cristo han crucificado su carne con los vicios y las concupiscencias’ [Gal. 5, 24] valen igualmente para todos los tiempos".
Extractos de la exhortación Apostólica “Haerent animo” de S.S. San Pío X, 4 Agosto 1908.