Nacido en Loyola en 1491, desde joven Ignacio quiere seguir el ideal de vida militar y de caballero que han tomado sus hermanos mayores, pese a la preferencia de su padre por la vida clerical. Al modo de la época, le gustan el galanteo, los libros de caballerías, la diversión, la caza, las armas, etc.
En el año 1521, a sus treinta años, cambió radicalmente su vida. Herido en el cerco de Pamplona, donde luchó bravamente, fue trasladado a Loyola. Para entretenerse, pidió libros de caballería, pero en su lugar le dieron la “Vida de Cristo”, “del Cartujano”, y “Vidas de Santos”. Ahí le esperaba la gracia de Dios. Pronto se embebió en la buena lectura y se decía: “Sto. Domingo hizo esto, pues yo lo tengo que hacer. San Francisco hizo esto, pues yo también lo tengo que hacer”. Así se decidía a “Señalarse” -su verbo preferido- en grandes empresas para la mayor gloria de Dios, el lema de su vida y de su obra.
Una vez convaleciente de sus heridas, se dirigió al santuario mariano de Montserrat y en un pilar inmediato al altar de la Virgen, colgó su espada; pasó toda la noche en vela y oración; dio sus ricos vestidos a un mendigo.
Por espacio de un año vivió en una cueva cercana a la población de Manresa, pidiendo limosna y haciendo terrible penitencia. Allí escribió el famoso libro de los “Ejercicios Espirituales“, un método tan probado de eficaz acercamiento a Dios y aprobado por muchos romanos Pontífices. Después de su conversión, estudió Teología en París, donde se le juntaron los primeros compañeros con los que había de fundar más tarde, en Roma, “La Compañía de Jesús” y quienes habían de trabajar intensamente por la reforma de la Iglesia.
Entendido dentro del contexto del grave cisma católico del siglo XVI, el movimiento jesuítico se inscribe plenamente dentro de la reacción contrarreformista a los postulados luteranos, calvinistas y anglicanos. La educación de la juventud en la fe católica deberá suponer un freno a la extensión de las ideas reformadoras. Los colegios de jesuitas, pues, se convertirán en la principal herramienta de la congregación.
Fundó también el Colegio Romano, modelo de otros colegios, que sería después la famosa Universidad Gregoriana de Roma.
Murió en Roma el 31 de julio de 1556 y fue beatificado en 1609, por el Papa Pablo V, y canonizado en 1622 por el Papa Gregorio XV.
Fuente: Acción Familia.