Santa María Goretti, mártir de la pureza: suma intransigencia y exquisita dulzura

Única foto de Santa María Goretti (1890-1902), que se encontró en 2011 en el álbum de recortes de Earls Mazzoleni, que acogían a los Goretti en su propiedad, cerca de Roma.
Única foto de Santa María Goretti (1890-1902), que se encontró en 2011 en el álbum de recortes de Earls Mazzoleni, que acogían a los Goretti en su propiedad, cerca de Roma.

Me pidieron un comentario sobre un artículo que fue publicado algún tiempo en la Folha de S. Paulo (15 de junio de 1970, NDC) en relación con el asesino de Santa María Goretti. Ella fue asesinada brutalmente por un hombre que era una especie de loco que quería violarla. Pero ella prefirió la muerte a entregarse. El resultado es que falleció, niña aún, mártir de la pureza.

Su canonización se realizó en 1950 y su memoria exhala hasta hoy un perfume de uno de los más bellos aspectos de la pureza, que es la pureza y el holocausto, la pureza y el sacrificio. Morir para preservar la castidad; amar la castidad al punto de morir por ella; tener una muerte que es la más alta expresión de la pureza de su propia alma, es toda una belleza moral digna de esta escuela única de todas las bellezas morales, perfectas y acabadas, que es la Santa Iglesia Católica.

Habitación en que nació Santa María Goretti
Habitación en que nació Santa María Goretti

En este artículo la Folha de unos pocos pasajes que vamos a comentar aquí:

 

"El asesino de Santa María Goretti, Alessandro Serenelli, murió a los 87 años, 68 años después de haber asesinado en Netuno, Italia, con 14 puñaladas, a la niña de 12 años, que fue canonizada en 1950 por el Papa Pío XII."

 

Ustedes ven, por lo tanto, como fue una cosa bárbara: él mató a esta santa con 14 puñaladas, llevando el remordimiento del crimen que practicó por 68 años.

 

"Alessandro Serenelli, era vecino de la niña e intentó inútilmente conquistarla. Un día la asedió y la asesinó con 14 puñaladas. Cuando la niña estaba en el hospital, un sacerdote que la confesó le preguntó si perdonaba al asesino. María Goretti respondió: 'Sí, claro que perdono a Alessandro; lo quiero conmigo en el cielo".

 

Esto nos recuerda hasta la muerte de Nuestro Señor, que dijo al buen ladrón antes de morir: "tú estarás conmigo hoy en el Paraíso". Era un criminal vulgar que fue puesto cerca de Nuestro Señor, se arrepintió y Nuestro Señor hizo de él el primer santo canonizado. Así también María Goretti, desde lo alto de la cruz, desde lo alto de su sufrimiento, de su holocausto, decía también: "Yo quiero a este hombre en el cielo conmigo".

 

Y como ustedes verán de aquí en poco, ella llevó, por su intercesión, a ese hombre miserable y desequilibrado para el Cielo.

 

Hablamos antes algo de Viena y de aquella dulzura católica de las maneras, que caracterizó el ambiente vienés hasta mediados del siglo XIX, y que algo de esto todavía resta hoy. Y yo añadí que esta dulzura de las maneras era una expansión de la esencia de la Iglesia Católica. Y en esta narración se ve esto elevado al grado de la sublimidad. Santa María Goretti sigue el ejemplo de Nuestro Señor: ella, una niña que tal vez ni siquiera oyó hablar del último lance de la Pasión, pero que tenía el alma católica.

 

Y colocada en una situación parecida a la de Nuestro Señor, ella, con 14 puñaladas, estando para morir, guardando todavía en la retina la fisonomía horrenda de ese monstruo de la impureza, ella tuvo esta frase: "claro que perdono, y lo quiero conmigo en el cielo". Resultado: ella lo llevó al Cielo.

 

Esta es la amenidad Católica, que de ninguna manera se opone a la firme condenación del error. Se ve en ella: prefirió morir que entregarse, de tal manera condenaba esa brutalidad. Pero ella quería al hombre brutal regenerado y en el Cielo. No lo quería sin regenerarse, porque eso sería liberalismo, sino que lo quería regenerado y con ella, en el Cielo.

 

"En 1902 Serenelli fue condenado a 30 años de prisión, con los tres primeros años en régimen de aislamiento. La madre de la víctima, sin embargo, intervino con la corte, diciendo que su hija perdonó al asesino".

 

Eso lo hizo la madre. Es casi más difícil que la propia hija.

 

"Seis años después, en una prisión de Sicilia, Serenelli tuvo una visión y la describió así: 'Marieta, como la llamaba, se me apareció en un hermoso jardín. Las rejas desaparecieron para dar lugar a un jardín. Y ella me ofreció 14 lirios, cada uno correspondía a una de las puñaladas que le di".

 

Ustedes ven, primero, para el prisionero, el lugar que ella eligió para aparecer: donde no se veían las rejas. Es decir, es una perspectiva sobrenatural que eliminaba y completaba aquel lado de la celda, como queriendo decir: en el plano sobrenatural vas a ser liberado; tu prisión, tu tormento, en el plano sobrenatural están abolidos. Yo vengo a traer un consuelo para transformar en alegría su vida en esa cárcel, aunque la justicia humana a título justo te castigue, y aunque debas amar la severidad justa de la justicia humana, aquí estoy yo para representar la misericordia y para hacer suave ese estado de castigo tan necesario. Entonces ella aparece eliminando las rejas. Y —manifestación admirable del perdón — 14 lirios para simbolizar las 14 puñaladas de la impureza inmunda, de la impureza asquerosa, que llegó hasta el crimen.

 

"A partir de entonces se convirtió en Santa María Goretti, venerada en toda Italia y poco a poco en Europa y América. Los fieles pedían su  intercesión principalmente para que ella consiguiera de Dios el perdón para los pecados carnales. En 1950 Pío XII la canonizó".

 

¿Por qué el perdón para los pecados carnales? Es muy bonita esta idea. Como ella llevó la pureza a un grado tan alto de desprendimiento de sí misma, que perdonaba de esta forma a un miserable, que en un momento de brutalidad la mató, entonces ella también obtiene el perdón para aquellos que tienen estos pecados; para nosotros los pobres mortales, ella consigue el perdón por los pecados carnales. Así, quien tuviere algo que hacerse perdonar en ese respecto, pídale a ella. Y a pesar de que esté preso en la cárcel de la lujuria y la inmoralidad, ella romperá los barrotes de la misma. Así, es a ella que se debe pedir esta gracia preciosa del perdón.

Urna que contiene los restos mortales de Santa María Goretti.
Urna que contiene los restos mortales de Santa María Goretti.

"En 1929, Serenelli se había convertido en un prisionero ejemplar después de haber sido anteriormente un reo problemático y rebelde. Fue puesto en libertad después de cumplir 27 años de prisión".

 

Vean qué cosa interesante: él fue un preso rebelde pero después de la visión se apaciguó. Santa María Goretti apareció y apaciguó su tempestad. Es como Nuestro Señor cuando mandó a la tempestad que parara y los Apóstoles comentaban entre sí: "Venti et mari obediumt eum", "los vientos y los mares le obedecen".

 

Nuestros vientos interiores y nuestros mares interiores obedecen a la voz de Nuestro Señor, prestan obediencia a la oración de Nuestra Señora. Ella puede aplacar todo esto, siempre que nosotros pidamos con amor, pidamos con la devoción como Santa María Goretti pidió.

 

Alguien podría decir: "Pero yo no pido como Santa María Goretti". Yo diría: Es verdad, pero pídale a ella que pida por usted; allí está ella en el Cielo para eso, para obtener el aplacamiento de los vientos y de los mares internos; ese hombre rebelde recibió la visión y se transformó en un prisionero ejemplar.

 

"Cuando María Goretti fue canonizada, se hablaba en todas partes de Italia de los milagros concedidos por la santa. Pío XII creyó en la evidencia de esos milagros, principalmente el de la curación de un sordo que recurrió a la intercesión de la santa. Ahora, al morir, Serenelli, ya calvo y jorobado, reiteró la visión que había tenido. Dijo que Santa María Goretti se le apareció otra vez, prometiéndole el Cielo a cambio del crimen practicado contra ella, primero los lirios y luego el propio Cielo. Serenelli murió en silencio, recibiendo los sacramentos de la Iglesia y con la tranquilidad de los que lo rodeaban en sus últimos días".

 

La noticia, sin embargo, no cuenta dos hechos muy bonitos.

 

Él se hizo hermano laico de una orden religiosa, si no me equivoco de los franciscanos, para acabar de expiar hasta el fin de sus días el crimen que había cometido. Cuando salió de la cárcel, él pidió hablar con la madre de Santa María Goretti, a lo que ésta respondió que era demasiado duro para ella. Pero que daba una sugerencia: que comulgasen juntos, lado a lado. Un día se presentó y comulgó al lado de ella; recibieron el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

 

Por otro lado, aconteció la canonización de la Santa María Goretti, él se ofreció al Papa Pío XII para estar presente en la Basílica de San Pedro cuando la ceremonia se realizara, como manifestación de su pesar y de su expiación. El Papa Pío XII, con mucho tacto, le mandó a decir que era mejor que no apareciera. Y realmente él no compareció.

 

¿Con mucho tacto por qué? Porque dado el temperamento italiano muy vivaz, no estaba garantizado que no saliera abucheado. Dado, por otro lado, la debilidad del hombre, que es tan grande que no estaba tampoco garantizado que no sintiera orgullo, porque el hombre se enorgullece de cualquier cosa... ¡incluso de un defecto!

 

Todos saben de San Antonio del desierto — si no me equivoco — que tuvo una fortísima tentación de vanidad por ser el hombre más viejo del mundo. La debilidad humana es así: ¡siente vanidad de cualquier cosa!

 

Estas notas acerca de Santa María Goretti que pueden dar una mayor devoción a ella.

 

Les recuerdo sobre todo lo siguiente: ¿quién no quisiera tener de ella esto, que juzgo una maravilla: una suma intransigencia llena de dulzura. ¡Pidan a ella, que dio prueba de esto!

 

Otra de las maravillas: un desprendimiento total de sí misma hasta el punto de perdonar con refinamiento de ternura y afecto a aquel que mayor daño le hizo. Pidan a Santa María Goretti. Si alguien tiene de lado de la pureza pecados que hacerse perdonar, si alguien tiene dificultades en ese terreno del amor propio y desea obtener la gracia, pida a Santa María Goretti; ella lo obtendrá.

 

Porque si ella obtuvo esto en favor de un enemigo, cuanto más obtendrá en favor de un amigo que a ella se acerque, como un hijo tentado que va exactamente a invocarla en nombre de las virtudes de las cuales ella fue llamada a ser modelo. Esa es la sugerencia para hoy.

Fuente: Adaptación de la conferencia del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira el 4 de julio de 1970. Traducción del CÍRCULO BEATO PÍO IX.


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