«Si usted tuviera que darle un consejo a un joven homosexual, ¿qué le diría?»

Como católicos, ¿cuál debería ser nuestra actitud respecto a este fenómeno? Transcribimos por ello un fragmento de la entrevista realizada al Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en la cual, cuestionado sobre esa misma pregunta por un periodista, aborda el tema a la luz de la doctrina de la Santa Iglesia, Madre y Maestra.

Reportero (R): Dr. Plinio, ¿cuál es su opinión respecto al aumento de la homosexualidad en la sociedad?¿Usted cree que esto perjudica la integridad de la familia?

 

Plinio Corrêa de Oliveira (PCO): Sobre la posición homosexual frente a la familia brasileña, pienso lo mismo que a su posición en cualquier lugar del mundo.

 

Toda vez que la relación homosexual es estéril por naturaleza, se comprende bien que ella destruye la familia y que, por tanto, es lo contrario a la familia, es el enemigo número uno de la familia.

 

R: ¿Usted cree que esto ha aumentado y ha sido una amenaza para la familia, especialmente desde los años ‘70?

 

PCO: Creo que, considerada en sí misma, la esterilidad de la relación sexual es mala. Ella puede no tener ninguna culpa, no ser culpada de nada cuando es producto de alguna circunstancia física de la cual ni el esposo ni la esposa tienen culpa. Pero cuando los esposos acuerden o uno de ellos haga algo para evitar la fecundidad de la familia, ya está atentando contra la familia.

 

Ahora, usted imagine lo qué opino entonces de una relación estéril por naturaleza. El acto sexual existe en el orden natural de las cosas para la fecundidad de la familia y a través de la fecundidad de la familia para la expansión del género humano. El precepto de Dios Nuestro Señor a los hombres, cuando ellos se encuentran en la tierra, es "multiplicaos y llenad la Tierra". Es necesario, por tanto, hacer esto a través de la fecundidad de la relación sexual que sólo se ejerce legítimamente dentro del matrimonio. Ahora bien, para la homosexualidad no existe matrimonio y sobre todo no puede existir fecundidad. El resultado es que eso es completamente contrario al orden natural de las cosas y, por lo tanto, contrario a la familia.

 

R:  ¿Usted cree que la homosexualidad es perjudicial para el desempeño de la persona en el trabajo? ¿O, incluso, puede servir de mal ejemplo en el caso de un profesor, por ejemplo, homosexual que enseña a niños, etc.?

 

PCO - La homosexualidad se conjuga con cierta frecuencia con la llamada pedofilia, es decir, con el sexo con niños, de adultos con niños.

 

Esta pedofilia es naturalmente la plaga de la enseñanza, y es reprimida hoy en día por la legislación de innumerables países.

 

 

¿Cómo no pensar que es inconveniente que un profesor que esté dando clases a alumnos de su mismo sexo, y se sienta atraído por éste o aquel de sus alumnos, no distraiga su atención del oficio de profesor para prestar la atención en estas predilecciones espurias y con ello bajar el nivel de su enseñanza?

 

 

R: Sólo retomando un poco la cuestión conceptual de la esterilidad, para concluir, usted dice que la homosexualidad es una práctica inaceptable porque es una práctica sexual estéril.

 

PCO: Sí.

 

R: Ajá, ¿y qué diría usted de la relación sexual de la mujer o del hombre estéril? Comparando las dos cosas, ¿es una práctica también, en fin, desaconsejable?

 

PCO: No, yo no diría eso. Si algo se fuese hecho para que se volviera artificialmente estéril, eso sería desaconsejable.

 

Por ejemplo, la operación que no estoy seguro pero tengo la impresión de que se practica muy poco hoy (puedo estar equivocado), que es la ligación de las trompas que evita que la mujer tenga hijos. Ella es muy censurable porque introduce artificialmente la esterilidad en un organismo capaz de reproducir, en un organismo naturalmente fecundo.

 

Pero si el organismo es estéril sin nada de artificial, tomemos un caso concreto: si se constituye un hogar y los esposos comprueban por la práctica que sus relaciones sexuales son estériles, en eso no hay una violación de la ley natural porque no se ha impedido la fecundidad. Se practicó una acción de por naturaleza fecunda y que nada impedía que fuese fecunda, de manera que es un derecho de los esposos mantener las relaciones sexuales a pesar de la esterilidad.

 

Lo que es censurable es la artificialidad con que la esterilidad se introduce en la vida conyugal de una pareja fecunda

 

R: ¿Si usted tuviese que dar un consejo a un joven homosexual, que tiene relaciones homosexuales, qué consejo le daría?

 

PCO: Yo distinguiría a un joven que tiene inclinaciones homosexuales pero que no siga al clamor de las inclinaciones y que, por lo tanto, se vence; de un joven que se deja llevar por esas inclinaciones y, por lo tanto, cede a la práctica de la homosexualidad.

 

Si se trata de un joven que tiene tendencia a la homosexualidad pero que tiene bastante energía, bastante dominio sobre sí mismo para resistir a esa tendencia, le diría que yo lo respeto y que lo admiro y que pido a Dios que continúe ayudándolo para que se mantenga puro, sin práctica sexual condenable, que si tiene posibilidad de casarse, se case; sólo podría elogiarlo, y está acabado.

 

Ahora, si se trata de un joven que cayó en la práctica homosexual, no puedo dejar de ver en él una criatura de Dios. Como criatura de Dios no puedo dejar de desear el bien de él, la salvación de él. Y como criatura de Dios tampoco puedo dejar de tratarlo con dignidad y respeto. Por lo tanto, es en esos sentimientos que yo le diría lo siguiente: querido joven, comprendo que es difícil, hasta heroico, para una persona que abandonó la práctica de la pureza para dejarse arrastrar por una práctica como esa, que la pueda abandonar. Pero la experiencia demuestra que es posible siempre desde que usted tome las precauciones necesarias para no ser arrastrado por esa práctica. Es decir, usted evite a personas que lo inviten para eso, no se meta en los ambientes en que esto se practica, y busque sobre todo desviar siempre sus miradas y sus pensamientos de prácticas de esa naturaleza. Usted, si logra esto, habrá conquistado una victoria brillante y yo no sólo lo felicitaré en esa ocasión como desde ahora el animo a iniciar su lucha.

 

Si usted no quisiere, si ese esfuerzo realmente grande pero tan noble, usted prefiere no realizarlo para dar lugar a los actos ilegítimos que su la naturaleza desordenada le aspira, no puedo dejar de lamentarlo, de rezar para que Dios tenga piedad de usted y un día lo toque por la gracia y lo levante a mejores disposiciones.

San Luis Gonzaga, patrón de la juventud católica y la pureza.
San Luis Gonzaga, patrón de la juventud católica y la pureza.

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