Atentado en Barcelona: otra muestra de paganismo insolente

Vehículo con el cual se perpetró el ataque terrorista en Barcelona
Vehículo con el cual se perpetró el ataque terrorista en Barcelona

Otro atentado islámico más, cobarde, brutal y cruel. Esta vez en Barcelona, contra transeúntes de varias nacionalidades que, despreocupados, en una soleada tarde de verano, disfrutaban del ocio en el famoso paseo de Las Ramblas, en la capital de Cataluña.

  

Los terroristas planeaban gran atentado

 

Al volante de una furgoneta, un terrorista islámico irrumpió con locura en el paseo y, a lo largo de 500 metros, atropelló a todo aquel que estaba adelante de él, inclusive niños y bebés. 13 muertos, más de 100 heridos, 15 de los cuales se encuentran en estado grave.

 

Un segundo ataque se dio en Cambrilis, Tarragona, unas pocas horas después. Otro vehículo, conducido por terroristas, también fue lanzados sobre los peatones, hiriendo a siete personas, una de las cuales falleció. La policía abatió a los cinco terroristas.

 

La noche anterior a los atentados, una explosión se diera en una casa en Alcanar (barrio barcelonés). Las fuerzas de seguridad españolas creen que la misma fue fruto de la manipulación de sustancias con las que los terroristas preparaban un gran atentado con vehículos bomba. Después de la falla, improvisaron los ataques de La Rambla y Cambrilis.

 

Estado islámico reivindica el atentado

 

Cataluña es conocida por los servicios secretos europeos como uno de los principales centros del terrorismo islámico. Así, las acciones terroristas de atropellar a los peatones repitieron la estrategia de los atentados que ya se dieron en Niza, Berlín, Londres, Estocolmo.

  

La dantesca visión de cadáveres y de cuerpos heridos tirados en la acera recorrió el mundo, generando espanto y confusión. Y, evidentemente, comenzaron las reacciones. Las de costumbre: indecisiones, dudas… sobre lo que no es indeciso ni dudoso. Finalmente, el Estado Islámico reivindicó los atentados como actos de sus "soldados" en suelo español.

 

"Pray for Barcelona"

  

"...poco después no faltaron las flores ni las velas en el lugar de la masacre"
"...poco después no faltaron las flores ni las velas en el lugar de la masacre"

Las páginas de las redes sociales empezaron a llenarse de fotos con las palabras "Pray for Barcelona", como ya había ocurrido anteriormente en los diversos atentados: "Pray for Niza", "Pray for London", etc. Y, por supuesto, poco después no faltaron las flores ni las velas en el lugar de la masacre

 

La oración es algo muy precioso y hasta sublime, fuera de duda. Mas queda la impresión de que estas oraciones son, muchas veces, dichas con el estado de espíritu de ciertas crisis de lágrimas y de sollozos humanitarios, momentáneos, pero sin mayores consecuencias: un modo de calmar la conciencia para, en seguida, seguir en el indiferentismo y en la rutina del día a día. Al final, la manera de huir del dolor es a menudo anestesiarse ante él, y con el medio bien puede ser una oración mecánica y filantrópica.

 

"Velad y orad"

 

Nuestro Señor, en los momentos que precedieron su Pasión, nos enseñó: "Velad y orad, para no caer en tentación" (Mt. 26-41). "Velad y orad”. Este llamado a la vigilancia, antes incluso de la oración, es una advertencia contra nuestra naturaleza despreocupada y bonachona, amiga de pactar, contraria al esfuerzo y a contemplar de frente al mal. Él nos enseñó, pues, ante todo a vigilar, para no caer en tentación, ya que el mal no retrocede ante nada y no retrocedió siquiera al matar al Hombre-Dios, el Inocente por excelencia.

 

"Velad": frente al mal, todas las desconfianzas son rigurosamente necesarias, ya que el mal es capaz de las peores infamias. En contra de él deben emplearse todas las actitudes preventivas, inclusive  el de la fuerza, conformes a la Ley de Dios y de los hombres. El optimismo bobo, el no considerar el peligro, el aplazar el combate al mal, son verdaderos crímenes de quienes no quieren vigilar. Y nuestra oración sólo alcanzará todo su fruto si vigilamos, como nos enseña el Divino Redentor. 

 

Paganismo insolente

Niños entre las víctimas
Niños entre las víctimas
Driss Oukabir, uno de los atacantes de Barcelona
Driss Oukabir, uno de los atacantes de Barcelona
Víctimas del paganismo insolente
Víctimas del paganismo insolente

Ante el atentado terrorista islámico de Barcelona no cerremos los ojos de nuevo, apelando a una oración vaga. Tengamos coraje de ver el peligro, de analizarlo, de enfrentarlo con sabiduría y fe. El islam, que hoy busca a Occidente para refugiarse de sus propios fracasos políticos, sociales y económicos, se manifiesta en muchos de sus elementos "como un paganismo insolente, opresivo, xenófobo y con aires racistas", como con previdente vigilancia advertía, en 1943, Plinio Corrêa de Oliveira en uno de sus célebres artículos en el "Legionario" (cfr. "Neopaganismo", 8-8-1943).

 

No olvidemos que el mal es tan astuto que no evita siquiera usar sus máquinas de propaganda para intentar justificar a los asesinos, disminuir la gravedad de los actos terroristas, escamotear sus fundamentos, mientras, manipulando palabras y términos "talismanes" (como "islamofobia") intenta inhibir cualquier reacción y volver la desconfianza contra las propias víctimas de la barbarie.

 

Sí, "pray for Barcelona". Pero no olvidemos las palabras de Nuestro Señor: "Velad y orad”, para que nuestras oraciones no sean vanas.

 

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El "Mio Cid", en Burgos
El "Mio Cid", en Burgos
Placa de la estatua del "Mio Cid", en Burgos
Placa de la estatua del "Mio Cid", en Burgos

 

Acabo de recibir de un amigo la fotografía de la estatua del "Mio Cid", Rodrigo Díaz de Vivar, el legendario caballero castellano del siglo XI que enfrentó a los musulmanes en varias ocasiones. Según la leyenda, en las vísperas de una batalla contra los moros, "el Cid Campeador" falleció debido a las heridas,  en su castillo de Valencia. Sus adversarios se quedaron satisfechos, porque finalmente habían matado a El Cid. Sin embargo, su mujer mandó atar su cuerpo al caballo y su espada a su mano y lo envió al campo de batalla. Al ver a El Cid sobre su caballo, los musulmanes huyeron en desbandada siendo perseguidos y derrotados por el ejército de don Rodrigo. 

 

En una de las caras del pedestal de la estatua de "El Cid", en la ciudad española de Burgos, está escrito: "El Campeador, llevando siempre consigo la victoria, fue, por su infalible clarividencia, por la prudente firmeza de su carácter, y por su heroica bravura, un milagro entre los grandes milagros del Creador". Reflejémonos en el Cid Campeador, un hombre que, en relación a sí mismo y al mal, tuvo una "infalible clarividencia" y fue victorioso por seguir el consejo del Divino Maestro: ¡"Vigilad y orad, para no entrar en tentación"!

 

José Carlos Sepúlveda da FonsecaAgência Boa Imprensa – ABIM

Traducción: Círculo Beato Pío IX

 


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