¡No se puede blasfemar contra la fe de los quiteños a pretexto de promover la cultura!


Ante la blasfemia, indignación


Imagen de "Jesús del Gran Poder"
Imagen de "Jesús del Gran Poder", de gran devoción en la ciudad de Quito

 

Cuando la obra blasfema “Jesucristo SuperStar” iba a ser estrenada en Brasil, en 1972, el pensador católico Prof. Plinio Corrêa de Oliveira elevó un reclamo como fiel: “considero que la pieza está destinada a lanzar sobre la figura divinamente majestuosa de Nuestro Señor Jesucristo, el ridículo y la irrisión. ‘Jesucristio SuperStar’ no podría sostenerse ni siquiera como un trabajo artístico’”.

 

Aquellas palabras, tan acertadas al caso, parecen quedarse cortas frente a la magnitud de las pinturas blasfemas que se abrieron al público desde este mes de agosto dentro del Centro Cultural Metropolitano de Quito, bajo el infame nombre de “Milagroso Altar Blasfemo”, ufanándose sus autores de la iniquidad de su contenido. Por esa causa el Círculo Beato Pío IX hace pública una protesta categórica, así como el deseo de que los que se pretenden artistas sepan respetar a la Moral y a las buenas costumbres.

 

El mural consta de una serie de aberrantes pinturas que representan ataques a los símbolos más sagrados del catolicismo. Imágenes de la Virgen Santísima desnuda, figuras de Nuestro Señor con connotación sexual y homosexual, todo mezclado a manera de un altar (dicho sea de paso, pintado directamente sobre el muro medianero con la Iglesia de la Compañía de Jesús, en el centro de Quito) que en el fondo busca mofarse lascivamente de lo más sagrado que ha dado forma a la identidad tradicional de Quito: su eminente catolicismo. La crudeza de las imágenes, que perturbarían a cualquier alma recta, no permite ofrecer más detalles sobre las mismas.

 

Nuestro Señor Jesucristo, modelo de perfección moral para a todo cristiano, no es respetando ni siquiera bajo el mismo sofisma revolucionario de la igualdad ¿Es acaso que la mente de los autores de tan reprobable obra no pueden aplicar el respeto y la tolerancia que piden para sus principios? ¿O que en la diversidad que tanto defienden no caben Dios, la fe ni la Santa Iglesia? Es que blasfemias como éstas muestran el lado más oscuro del intento satánico y anticristiano que ahora golpea las puertas del Ecuador: en el mundo moderno sólo Dios no tiene derechos, sólo Nuestro Señor no merece respeto.

 

Invitamos a nuestros lectores a oponerse activamente a esta muestra blasfema que se pretende presentar como arte, y seguir de cerca las novedades que seguramente se darán alrededor de la misma, sobre todo a las acciones que las autoridades civiles, en cuyo espacio está blasfemia se hizo posible, para evitar este tipo de atropellos a Dios, Nuestro Señor, y a la Fe mayoritaria del pueblo de Quito y el Ecuador.


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