
En las grandes como en las pequeñas aflicciones debemos recurrir a la oración y, especialmente, al Santo Rosario. No sólo en las dificultades personales sino también en las que pueden aquejar a una nación o a un área de civilización.
En 1571, los cristianos aplastaron definitivamente la amenaza musulmana que se cernía sobre Europa en la batalla de Lepanto. El Papa San Pío V había emprendido una especie de cruzada del rezo del Santo Rosario para obtener de la Santísima Virgen esta gracia.
Austria fue liberada dos veces mediante esta devoción: en 1683, cuando los turcos sitiaron Viena; y en 1955, del tiránico yugo comunista. Es esta la narración de los hechos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, una parte del territorio austriaco quedó bajo el dominio comunista. Todo fue intentado para obtener la retirada de los rusos; todos los medios políticos y diplomáticos fueron ensayados, pero en vano.
Parecía imposible que los opresores soviéticos dejasen el católico país, salvo que ocurriese un milagro…
Y la nación austriaca, llena de fe, comenzó a pedir el milagro a Nuestra Señora de Fátima. Por iniciativa del admirable sacerdote capuchino Petrus Pavlicek (1902-1982), se organizó el movimiento llamado Cruzada Reparadora del Santo Rosario. Rápidamente, en todas las ciudades, pueblos y aldeas fue creciendo el número de fieles que adherían al movimiento, comprometiéndose a rezar el Rosario a una hora determinada. De tal forma que, durante las 24 horas del día, siempre había austriacos rezando, rogando a la Virgen de Fátima por la liberación del país de la opresión comunista. (en la foto el R.P. Petrus Pavlicek, quien inspiró la campaña Cruzada Reparadora del Santo Rosario)
Muchas procesiones fueron organizadas por esa intención. La mayor de ellas tal vez haya sido la realizada el 12 de setiembre de 1954: una enorme procesión nocturna con antorchas en homenaje a la Santísima Virgen de Fátima.

Cuando más de 500 mil austriacos ya habían adherido a esta Cruzada de oraciones, en 1955, sus insistentes súplicas se vieron súbitamente atendidas, y lo imposible “naturalmente hablando” ocurrió: en mayo de ese año, las tropas soviéticas abandonaron definitivamente Austria…
¡Un auténtico milagro había ocurrido! Y por la intercesión de la Señora del Rosario, como lo reconoció públicamente el propio Primer Ministro austriaco, en su discurso de celebración: “Hoy queremos, nosotros que tenemos el corazón lleno de Fe, enviar al Cielo una oración alegre, y esa oración la terminamos con estas palabras: Nosotros somos libres. María, nosotros te lo agradecemos”.
Hoy los Ecuatorianos enfrentamos una situación de una gravedad similar, en la que el enemigo no utiliza las armas físicas que matan los cuerpos, sino las más mortíferas que matan las almas.
Es la Revolución cultural, llevada a cabo por los socialistas “renovados” y sus “compañeros de ruta”, que busca la erradicación de los restos de la civilización cristiana por medio de la destrucción de la familia.
Las fuerzas del enemigo parecen muy superiores a las nuestras, especialmente porque la mayoría de los cristianos están dormidos, arrastrados por el paganismo imperante.
Nosotros tenemos armas más poderosas: nuestra fe, el Santo Rosario y nuestra acción.
Recurramos a la Santísima Virgen para que nos ayude a impedir esta demolición de los valores cristianos que han hecho la grandeza de nuestra Patria.
Texto tomado del Libro "Recen el Rosario todos los días" de la Colección Círculo Beato Pío IX.
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